Un destino mágico en la otra Colombia
En
el puerto una de las mejores flotas de lanchas para seguir con nuestro
recorrido es Bahía Mar, empresa que
cumple con los horarios y todos los requisitos de seguridad para nuestra
travesía por el océano Pacífico; la recomendación para llegar a nuestro próximo
destino Juanchacho, que está a una hora aproximadamente, es abordar la lancha
en horas de la mañana ya que la marea es más tranquila y sin sobresaltos, dónde
además estaremos acompañados por pelícanos, gaviotas y varias especies de aves
que llenan la inmensidad del cielo al fundirse con el mar.
Esta
aventura apenas comienza, al desembarcar en Juanchaco hay dos opciones para
continuar, todo depende de la marea y del clima en ese momento, una es seguir
en una pequeña canoa con motor hasta el destino y la otra es aumentar la
adrenalina, contratando motos que te llevarán por una ruta destapada que pasa
por Ladrilleros (otra pequeña población), que hará que por tramos tengas que
caminar un poco, para luego subirte nuevamente en la moto hasta llegar a
nuestro esperado destino: la majestuosa Playa de la Barra.
Realismo Mágico
Una
extensión de tres kilómetros de una inmensa y cálida playa nos hace sentir en
otro planeta, sus sonidos, su encanto y su belleza, pero sobre todo, su
especial soledad nos permite encontrar ese espacio interno de silencio, al cual
a menudo llamamos paz.
Nos
recibe Dolores, un negra amable y querendona que con aires de “ma´ grande”,
quien nos ubica en nuestro hostal y nos da todas las recomendaciones
pertinentes para nuestra primera noche en este mágico lugar.
El Hostal Doña Elisa es el sitio
escogido para vivir esta magnífica experiencia, es una cabaña nueva con menos
de un año de construida, que brinda todas las comodidades básicas y la
tranquilidad necesaria para disfrutar de este encantador paraje, su dueño es Giovany
Ramírez, un joven de Medellín, quién debo contarles llegó un 31 diciembre a
este lugar porque Buenaventura y sus alrededores estaban llenos y siendo aún el
15 de enero no se quería devolver porque había encontrado el paraíso, el resto
es historia.
Entre
tanto, Oralia y su cofradía, desde su pintoresca cocina adornada con los implementos
típicos del pacifico el fogón de leña y sus encantadores olores. Sólo esperaba el momento indicado para
deleitarnos con su sazón costeña y con su alegría extrema, esa que abunda en
cada uno de los raizales, desde el más pequeño hasta el más viejo.
Es
fácil comprender porque Celia Cruz le cantaba a “las caras lindas de mi gente negra”, no sólo son sus rostros o sus
enormes sonrisas, son el encuentro con nuestra ancestral cultura, con nuestras
raíces y su simplicidad, es volver a lo básico y encontrarnos con lo natural, con
la esencia.
Al
siguiente día y después de una merecida noche de descanso al sonido de la selva
y de los sonidos de la noche de luna llena, nos embarcamos nuevamente pero esta
vez, hacia el interior de la selva y su flora nativa, recorriendo el complejo
pero perfecto sistema de canales que tienen
nuestros manglares, considerados como uno de los mejores del mundo.
En
este maravilloso recorrido hacia las piscinas naturales encontramos diversas
especies de aves, cangrejos y diferentes moluscos entre las fuertes y frondosas
raíces de los manglares, esto como antesala a lo que veríamos al llegar a las
cascadas de agua dulce, que con su fuerza y su constancia han creado unas
piscinas naturales, con más de tres metros de profundidad, que permiten el
descanso y el goce pleno del agua fresca y limpia que cae de la selva virgen.
Pero
el itinerario continúa después de la relajante sumergida. Treinta minutos
después de navegar, la etnia indígena Vounan Nonam nos recibe a orillas del rio
Bonguito, donde han establecido su resguardo, el cual alberga alrededor de 16
familias que conviven bajo sus estrictas normas y jerarquías, el caserío cuenta
con paneles solares y señal celular dotados por el gobierno, además de las
condiciones básicas para su supervivencia, aquí recomendamos llevar algo de
dinero en efectivo ya que las mujeres de esta etnia son expertas artesanas y
elaboran a partir de la iraca y la tinta natural finas piezas de colección, el
mejor regalo, un objeto con historia. Su calidez y familiaridad nos sorprendieron
dado la lejanía y sus precarias condiciones.
“De regreso al hostal nos espera la cocina
de Oralia con todos los frutos que el mar le ofrece para servirle a sus
comensales, después de disfrutar de estos manjares, nos disponemos a ver el
atardecer de mágicos colores y una puesta de sol que solo quien lo vive lo
puede describir, es una oportunidad
única para conectarte contigo mismo y con tu creador, en muy pocos lugares he
podido hacer esto, y después, para terminar nuestro día, hacemos un recorrido
en la noche por la inmensa playa que nos ha dejado el mar en su retirada, bajo
la luz de la luna reflejándose en cada uno de los micro universos que deja,
como queriéndonos mostrar su alma.”
De
regreso a casa sólo queda la sensación increíble de haber tenido un fin de
semana espectacular, un tiempo que se mide, no en horas, sino en calidad de
vida, que hermoso es nuestro país, que hermosa es nuestra gente, a Giovanni, a
Dolores, a Oralia, su esposo Claro, y a todos sus cómplices, mil y mil gracias
por otra gran experiencia de vida.
Para
quienes quieran vivir esta experiencia contáctense con Giovany Ramírez en
Colombia al celular 3185188788 o visita:
https://www.facebook.com/hostaldonaelisa/ Instagram @hostaldonaelisa